ven
y veras
La
realidad que hay detrás
En muchas ocasiones, hemos visto
en presentaciones y en hojas, datos objetivos de lo que se hace en los colegios
que construye la fundación Itaka. Pero, muy pocas oímos una experiencia
personal. Pues bien, aquí tenemos una entrevista a Bea Martinez.
-¿Qué te inspiro a ser escolapia e irte a dar clases a otro país?
-Bueno, siempre que nos hablaban
de la campaña de navidad y de esos lugares, a mí me entraba curiosidad por cómo
sería. Una vez terminé mis estudios, mi novio me contó la experiencia que tuvo
durante un mes en esos lugares y quise ir yo también. Aquella experiencia de un
mes me encantó y al de dos años me propusieron ir a Venezuela durante tres años.
-¿Con quién fuiste a Venezuela?
-Fui con mi ya marido y con algunas otras personas que como nosotros
anteriormente iban durante un mes.
También veíamos a Pablo y Apri, que aunque no estaban en la misma ciudad
nos encontrábamos con ellos ocasionalmente.
-¿Cómo era el día a día?
- Al principio, fue complicado
porque no había aún ninguna escuela escolapia y colaborábamos con otra
organización, Fe y Alegría. Mi marido no trabajaba en la escuela y yo era la bibliotecaria.
Hasta que comenzamos a dar clases. Gastábamos lo justo para vivir, y lo que nos
sobraba del sueldo lo donábamos.
-¿Cómo era el colegio?
-Era grande, allí se enseñaba
primaria y secundaria. El colegio estaba en un barrio pobre. Los niños solo
acudían a clase por la mañana o por la tarde porque el resto del día tenían que
ayudar a sus familias como pudieran. Ahora, además hay un instituto escolapio.
-¿Cómo eran allí los niños?
- Son alegres, positivos y solidarios pese a que
apenas tenían dinero. Cuando necesitaban dinero para un cumpleaños o para algo
de medicina, lo recaudaban entre todos y ponían un bote. Siempre tenían una
radio para escuchar música y bailar y decían que éramos muy sosos porque no
bailábamos tan sueltos como ellos.
-Cuando llegaste, ¿echabas algo de menos de aquí?
-Sí, bueno al principio a una le
cuesta acostumbrarse a vivir sin lujos. Pero sin duda lo que más deseaba era
agua caliente. Recuerdo que un día que llovía mucho, no teníamos agua y salimos
al patio con jabón de ducha, champú...toda una anécdota.
-¿Echas de menos algo de allí?
-Pues lo cierto es que sí, creo
que el hecho de vivir con poco y sin lujos me gustaba. Además, era un ambiente
muy alegre el que allí había.
-Si te dieran la oportunidad, ¿volverías?
No, al menos por ahora. Porque si
voy sería en familia y tengo un hijo pequeño que podría enfermar con facilidad
allí.
-¿Qué aprendiste de esa experiencia?
Aprendí que se puede ser feliz
sin lujos, y si no me crees solo hay que ver a esos niños jugar. Después de ese
viaje cambió mi escala de valores. Además, ahora aprecio mucho más las cosas. Sin
duda ese viaje me cambió.
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