Abrí las ventanas de par en par para inundar la habitación del primer aire de la mañana. Al mismo tiempo, aprecié un ligero olor metálico en el ambiente. Lo cierto es que ayer hubo una gran tormenta, por lo que era desconcertante el calor con el que había amanecido. No parecía que el tiempo meteorológico estuviese muy estable
El día comenzaba como cualquier otro en la bahía de San Francisco. Ayer
mi familia y yo cogimos un avión rumbo a esta gran ciudad para pasar las
vacaciones de Semana Santa. Aterrizamos antes del atardecer pero para cuando
llegamos al hotel ya era bien entrada la noche
Desde el momento en el que había salido de la cama llevaba notando que
todo se movía a mi alrededor. Probablemente estaría mareado debido a los
efectos del Jet Lag. Aunque aún me
podía permitir unas horas más de descanso, me había desvelado completamente y
no me creía capaz de volver a conciliar el sueño y, por ello, opté por ir a la
cocina a prepararme el desayuno
1 de Abril de 2015 (1 hora antes del incidente)
Habían pasado dos horas y estaba escuchando tranquilamente la radio
esperando a ver si se despertaba algún miembro de mi familia. Estaba
relajándome mientras en la emisora local sonaba una suave canción de OMI. Más
tarde, los locutores comenzaron a conversar en inglés y probé a entender lo que
decían
Pude comprobar que comprendía bastante bien la mayor parte del diálogo.
Hablaban sobre noticias de actualidad musical. Yo escuchaba su conversación de
fondo mientras me preguntaba si el movimiento de la habitación se debía al
mareo o a otra causa completamente distinta…
De pronto, la charla de los locutores cambio de rumbo. Comenzaron a
hablar en un tono más urgente y, por ello, al principio no entendía nada. Hice
el esfuerzo de comprender algo de aquel incesante torrente de palabras
Cuando me enteré de la noticia, noté que el aire se volvía más pesado a
mi alrededor y me costaba respirar. Jadeando, intenté asimilar aquella
información. Al parecer estaba en lo cierto: según oí, se estaba produciendo un
movimiento sísmico con epicentro a 700 kilómetros de la falla de San Andrés
que, de momento, y por suerte, no llegaba a los 3 grados en la escala Richter,
pero que iría en aumento
Mi siguiente movimiento estaba claro: tenía que salir de casa y ponernos
a mí y a mi familia a salvo
1 de Abril de 2015 (Durante el incidente)
Corrí lo más rápido que pude a la habitación de mis padres. Entré en su
cuarto y les subí la persiana para que se despertasen. Cuando por fin conseguí
que abriesen los ojos, les describí atropelladamente la situación, lo que
terminó de espabilarles
Mientras se vestían, fui a despertar a mi hermano. Él evidentemente se
extrañó de que tuviera que levantarse tan pronto, pero preferí no explicarle
nada hasta que llegásemos al coche y, por ello, me lo llevé casi a rastras
Nuestro Volkswagen Passat familiar nos esperaba aparcado en frente del
portal. Rápidamente nos subimos al vehículo y mi padre arrancó el motor.
Encendimos la radio para tratar de averiguar más información por parte de los
medios de comunicación
Según el locutor de la radio, toda la población debía ser evacuada en un
radio de 300km. en torno a la Falla de San Andrés. Nuestro hotel se encontraba
dentro de ese área y por ello habíamos de abandonar la zona
Cuando llevábamos veinte minutos de trayecto, vi aparecer la
primera grieta que cubría los dos carriles,
la cual mi padre tuvo que esquivar rápida y diestramente. No había duda de que
la gravedad del terremoto estaba aumentando y teníamos que ponernos a salvo lo
antes posible
Tenemos pensado llegar a la ciudad de Los Ángeles. Según el GPS, hay 5
horas y 52 minutos de trayecto sin tráfico pero, como era de esperar, se ha
formado una larga caravana que nos impide avanzar rápidamente
He tenido la idea de comenzar un diario sobre nuestra estancia en San
Francisco y estoy aprovechando este rato para narrar los sucesos que nos han
acontecido desde la mañana. Sin embargo, voy a dejar de escribir por el
momento, ya que aunque solamente son las 13:07, estoy agotado y voy a aprovechar
para descansar
Me desperté debido a una de las sacudidas del coche. Al parecer una
grieta atravesaba la autopista de lado a lado a la altura de Del Puerto Canyon
Road e impedía la circulación por la zona. Y eso no era todo: se estaban
produciendo continuas sacudidas del suelo que provocaban el desequilibrio de
algunas personas mayores y el terror en otros más jóvenes
Mi familia y yo estábamos desesperados ya que no sabíamos cómo íbamos a
salir de esta. Además, habíamos recibido información reciente sobre que las
instalaciones del gobierno no estaban disponibles ni en condiciones para enviar
ayuda
De pronto atisbé un vehículo atascado en la profunda grieta que estaba a
punto de caer al vacío. Avisé a mi familia y corrimos lo más rápido que pudimos
en ayudar de aquel señor, al cual entre todos pudimos lograr sacar del coche
Al parecer, era un rico empresario llamado Lance O’Conell y disponía de
un helicóptero privado en el cual decidió llevarnos a nosotros también
El helicóptero lo pilotaba su hijo Bruno que, por suerte, se encontraba
en Los Ángeles y pudo venir a rescatarnos. Eran gente agradable y, en mi
opinión sin ellos no habríamos salido vivos del desastre, el cual a estas
alturas debería estar alcanzando su punto más terrible
Al divisar a lo lejos, en el horizonte, los tejados de los altos
edificios de Los Ángeles me doy cuenta de que no creo que vuelva a escribir más
en este diario cuando bajemos del helicóptero. Sin embargo las experiencias que
he plasmado sobre este día serán suficientes para que nunca pueda llegar a
olvidarlo
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