Psicólogos afirman que desengancharse del móvil puede ser tan difícil
como dejar la cocaína o la heroína para adolescentes e incluso niños.
Varios estudios realizados demuestran que el 70% de los
niños de 12 años tiene un teléfono móvil propio. Esta cifra va en aumento,
disminuyendo al mismo tiempo la edad a la que los niños lo reciben por primera
vez. Para ser aceptado en el grupo de amigos al parecer tienen que tener uno.
Por eso, muchos padres intentan contentarles, comprando el móvil a su hijo
independientemente de la edad que tenga y no tardan en excusarse diciendo “es
la sociedad actual”, sin darse cuenta de que ellos también forman parte de ese
grupo social. Todos y cada uno de los que tienen uso de razón pertenece a él.
Hablando de la sociedad como algo abstracto a lo que únicamente se sigue, poco
a poco se está destruyendo la infancia de los más pequeños según opinan algunos
expertos.
A los niños de hoy en día les aburren los juegos tradicionales. Para
qué van a correr detrás de un balón pudiendo marcar cientos de goles con tan
solo mover un dedo sobre la pantalla. Ahora lo importante no es pasarlo bien
con los amigos o disfrutar de una comida en familia, lo trascendental es enviar
una foto que demuestre a todos sus seguidores con quién han pasado la tarde o
lo rico que estaba el postre. Y es que, se está creando una dependencia
inhumana del teléfono móvil. Uno de cada 5 niños, tiene riesgo de convertirse
en adicto y cada vez aumentan los casos atendidos en clínicas y hospitales de
chavales que dependen de ellos.
Estos problemas que conlleva el uso excesivo del móvil no
afecta solo a la salud sino también a resultados académicos entre otras cosas.
Quedarse enganchado hasta altas horas de la madrugada implica no rendir lo
suficiente al día siguiente en el colegio por falta de sueño, lo que hace que
las calificaciones del alumno desciendan notablemente.
Al crear dependencia, la falta del móvil también puede
provocar cambios en la autoestima del adolescente, por la falta de relación con
sus amigos, sintiendo esa necesidad de contar cómo se siente o publicarlo en su
red social favorita.
Así, si esta nueva sociedad drogadicta quiere probar los
efectos de la cocaína, le bastará con encender su móvil y teclear su
contraseña.
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