domingo, 25 de enero de 2015

Carta al director

LA CHAPUCERA RESTAURACIÓN DE LA BARBA DE TUTANKAMÓN


Escribo estas líneas después de leer el artículo sobre “la chapuza de la barba de la máscara de Tutankamón”. Cuando supe de esta noticia me quede asombrada del gran estropicio que el Museo Egipcio del Cairo había hecho con este objeto de tal importancia para la historia egipcia.

Cuando mi padre estaba leyendo el periódico y me comentó sobre este suceso me llevé una sorpresa porque tras millones de años conservada perfectamente, la joya más conocida de todo el arte faraónico, la máscara de Tutankamón tenía pegada la barba con un pegamento industrial de secado rápido.

Al parecer, la barba se cayó en un accidente al cambiar las luces, cosa que no es de extrañar puesto que tiene más de dos mil años de antigüedad, pero lo que no me parece bien es que se haya dado prioridad a la imagen al público y para ello hayan recurrido a una chapuza tal como pegar de manera rápida y sin ningún cuidado semejante objeto de tanto valor histórico. 

En mi opinión si se hubiese puesto la barba al lado y si se hubiese dado una buena explicación de su caída, la gente lo habría entendido y no habría quedado como una restauración defectuosa y sin éxito. Entiendo que el museo actuara así por el miedo de aparecer ante el público como “el museo que ha roto la joya más preciada del arte faraónico”, pero, ante semejante corrección infructuosa, han quedado como “el museo que ha realizado la chapucera restauración de la barba de Tutankamón”


Está claro que no han tenido en cuenta que los visitantes buscan la perfección, sobre todo en semejantes joyas de la historia.                                                                                                                                                                      
                                                                                                 Maitane Urcullu Garay, elCorreo

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