Diario de Pablo García
Jueves
Sinceramente, no entiendo a la gente que va dos hora antes
al aeropuerto para coger el avión, porque ¿realmente es necesario estar dos
hora antes para luego estar hora y media aburrido como un oso sentado y mirando
al cielo como si te fuera a venir una iluminación divina de qué hacer? Pues
bien, yo soy uno de esos pringados que tiene que ir dos horas antes al
aeropuerto y que ahora mismo está mirando al cielo buscando una respuesta
divina. Y más que la voy a tener que buscar cuando llegue a casa de mis primos
en Viena, porque al ser de 4 años solo quieren jugar a juegos infantiles que no
me gustan pero que tengo que jugar para que no se cabreen.
Y si eso fuera poco en el avión, me toco sentarme al lado de
un tío que hablaba solo, así que si así iban a empezar mis vacaciones, lo
llevaba claro.
Como ya decía, mis primos solo tienen 4 años, por lo que fue
nada más llegar y empezar a jugar a esos absurdos juegos que no entiende nadie
porque mis primos se inventan más de la mitad de las reglas.
Viernes
Por los puntos de información turísticos ya nos estaban
recomendando un restaurante italiano. Al parecer era el más famoso de la ciudad
pero creo que para descubrirlo habrá que esperar un tiempo más porque me da que
los vieneses y las localizaciones no se llevan muy bien. Tanto que a la chica
que preguntamos para saber cómo ir al restaurante nos mandó a una parada de
metro en la otra punta de la ciudad, por lo que para cuando llegamos ya había cerrado
y encima ponía que se iba de vacaciones, por lo que me parece que no habrá
italiano hasta dentro de un tiempo.
Pero mi grado de gafedad no termina ahí, porque fue irnos
del restaurante y nos metimos en un chino que había por la zona, y es que ese
chino tenía muy mala pinta. Yo no comí nada a gusto, estaba todo el rato con el
pensamiento de que era una mafia china y me iban a secuestrar. Por una parte me
gustaba esa idea porque salía de este infierno de mis primos, pero luego lo pensé
mejor y decidí que mejor no.
Sábado
Hacia un día muy bonito y por lo tanto fuimos a pasear por
la ciudad. Aunque parecía que el día era precioso el tiempo engaña, porque de
un momento a otro se nubló y parecía que iba a llover. De repente me sonó el móvil,
era un tono que no conocía. Cuando lo encendí me apoye en una columna y vi el mensaje.
Pero ese despiste fue mortal porque cuando apagué el móvil miré al frente y no
vi a nadie. Al principio pensé que era una broma y que mis primos estaban
escondidos en un matojo para luego asustarme, por eso mire por esos lugares,
pero no. Definitivamente estaba solo en una ciudad que no conocía y para colmo
empezó a llover
Llegué a casa sobre las 10 de la noche, mojado, cansado y
cabreado, pero no podía desatar mi enfado con nadie porque realmente era culpa
mía
Domingo
Este era mi último día en Viena y decidí irme a andar solo
por la ciudad ya que mi otra opción era quedarme en casa jugando con mis primos
a esos juegos absurdos. Aunque ya me había perdido ayer ya me había aprendido
el camino de vuelta por lo que no me importaba.
Llegue a una plaza por el centro y me senté en un banco para
descansar. Al cabo de unos minutos se sentó una chica bastante guapa y que no parecía
de Viena. Al principio no estaba seguro pero luego lo confirme cuando vi su móvil
y supe que era española. Era mi oportunidad, intenté hablar con ella pero no me
atrevía, pero cuando realmente me disponía a hablar con ella oí un ruido que
cada verse hacía más fuerte. Solo fue mirar un segundo hacia atrás y vi un monopatín
que se acercaba hacia mí rápidamente. En menos de un pestañeo mi ropa estaba
mojada porque el monopatín me salpico por un charco que había en el suelo. Así
que mis oportunidades se desvanecieron.
Así que finalmente me fui de Viena sin hacer nada productivo
y con una mala suerte que no me lo creo ni yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario