jueves, 16 de abril de 2015

Diario de Pablo García


Jueves
Sinceramente, no entiendo a la gente que va dos hora antes al aeropuerto para coger el avión, porque ¿realmente es necesario estar dos hora antes para luego estar hora y media aburrido como un oso sentado y mirando al cielo como si te fuera a venir una iluminación divina de qué hacer? Pues bien, yo soy uno de esos pringados que tiene que ir dos horas antes al aeropuerto y que ahora mismo está mirando al cielo buscando una respuesta divina. Y más que la voy a tener que buscar cuando llegue a casa de mis primos en Viena, porque al ser de 4 años solo quieren jugar a juegos infantiles que no me gustan pero que tengo que jugar para que no se cabreen.
Y si eso fuera poco en el avión, me toco sentarme al lado de un tío que hablaba solo, así que si así iban a empezar mis vacaciones, lo llevaba claro.
Como ya decía, mis primos solo tienen 4 años, por lo que fue nada más llegar y empezar a jugar a esos absurdos juegos que no entiende nadie porque mis primos se inventan más de la mitad de las reglas.

Viernes
Por los puntos de información turísticos ya nos estaban recomendando un restaurante italiano. Al parecer era el más famoso de la ciudad pero creo que para descubrirlo habrá que esperar un tiempo más porque me da que los vieneses y las localizaciones no se llevan muy bien. Tanto que a la chica que preguntamos para saber cómo ir al restaurante nos mandó a una parada de metro en la otra punta de la ciudad, por lo que para cuando llegamos ya había cerrado y encima ponía que se iba de vacaciones, por lo que me parece que no habrá italiano hasta dentro de un tiempo.
Pero mi grado de gafedad no termina ahí, porque fue irnos del restaurante y nos metimos en un chino que había por la zona, y es que ese chino tenía muy mala pinta. Yo no comí nada a gusto, estaba todo el rato con el pensamiento de que era una mafia china y me iban a secuestrar. Por una parte me gustaba esa idea porque salía de este infierno de mis primos, pero luego lo pensé mejor y decidí que mejor no.

Sábado
Hacia un día muy bonito y por lo tanto fuimos a pasear por la ciudad. Aunque parecía que el día era precioso el tiempo engaña, porque de un momento a otro se nubló y parecía que iba a llover. De repente me sonó el móvil, era un tono que no conocía. Cuando lo encendí me apoye en una columna y vi el mensaje. Pero ese despiste fue mortal porque cuando apagué el móvil miré al frente y no vi a nadie. Al principio pensé que era una broma y que mis primos estaban escondidos en un matojo para luego asustarme, por eso mire por esos lugares, pero no. Definitivamente estaba solo en una ciudad que no conocía y para colmo empezó a llover
Llegué a casa sobre las 10 de la noche, mojado, cansado y cabreado, pero no podía desatar mi enfado con nadie porque realmente era culpa mía

Domingo
Este era mi último día en Viena y decidí irme a andar solo por la ciudad ya que mi otra opción era quedarme en casa jugando con mis primos a esos juegos absurdos. Aunque ya me había perdido ayer ya me había aprendido el camino de vuelta por lo que no me importaba.
Llegue a una plaza por el centro y me senté en un banco para descansar. Al cabo de unos minutos se sentó una chica bastante guapa y que no parecía de Viena. Al principio no estaba seguro pero luego lo confirme cuando vi su móvil y supe que era española. Era mi oportunidad, intenté hablar con ella pero no me atrevía, pero cuando realmente me disponía a hablar con ella oí un ruido que cada verse hacía más fuerte. Solo fue mirar un segundo hacia atrás y vi un monopatín que se acercaba hacia mí rápidamente. En menos de un pestañeo mi ropa estaba mojada porque el monopatín me salpico por un charco que había en el suelo. Así que mis oportunidades se desvanecieron.


Así que finalmente me fui de Viena sin hacer nada productivo y con una mala suerte que no me lo creo ni yo.

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