Tras años y años de evolución del ser humano, una nueva
especie predomina entre nosotros. Seres que han desarrollado una prolongación
del cuerpo, de una extremidad. Un órgano vital que si se extirpa podría suponer
un grave estado de coma o incluso la muerte del individuo. Esa extraña parte
del cuerpo, que tiene desconcertada a las personas de la tercera edad, pero que
poco a poco sin poder evitarlo también van desarrollando. Ese órgano que recoge
aún más información que el cerebro y poco a poco se va convirtiendo en su
competencia. El protagonista de las comidas familiares, quien está presente en
las quedadas con amigos que hace años que no vemos, con el que pasamos más
tiempo que con un ser querido, pero más comúnmente conocido como teléfono
móvil.
En la historia de la evolución, el ser humano iba
desarrollando apéndices a medida que le eran útiles, para poco a poco ir
dominando el mundo, lo que nos rodea. ¿Y para qué hemos desarrollado los dedos,
las piernas, el cerebro y su funcionamiento? Al parecer, para que las manos se
nos queden atrofiadas sujetando un aparato que acumula en su memoria
información por nosotros. En vez de dominar nosotros el mundo, este pequeño
artilugio nos domina a nosotros.
Lo más triste de todo esto, es que la realidad se disipa
detrás de las pantallas. Lo que nos rodea va perdiendo importancia a medida que
se van actualizando nuevas posibilidades en los teléfonos. ¿Qué ha sido de los niños emocionados con la
llegada del Olentzero para pedir la tienda de juguetes entera? Hoy en día les
aburren los juegos tradicionales. Para qué van a correr detrás de un balón
pudiendo marcar cientos de goles con tan solo mover un dedo sobre la pantalla.
Seguro que así van a llegar a ser los mejores jugadores del mundo. Así que mejor
tener una Tablet, con infinidad de juegos virtuales simplemente clicando sobre
la pantalla. De esta manera, estos aparatos han ido destruyendo la infancia de
los más pequeños.
Pero esto, no solo afecta a los niños. ¿Qué ha sido de las
repetitivas anécdotas contadas por los abuelos en cada comida familiar? Poco a
poco las charlas en las sobremesas se han ido perdiendo. Todos esos WhatsApps
sin contestar probablemente sean más importantes que la historia que está
contando nuestro aitite. Entonces las comidas familiares se convierten en mesas
rodeadas de gente con la luz del móvil reflejada en sus caras. Las pocas voces
que se oyen son de personas comentando una nueva aplicación, o las risas de los
más jóvenes sacándose selfies.
Lo que no faltará será una publicación en Instagram,
comentando la agradable comida familiar y corazones simbolizando lo mucho que
queremos a los que estaban sentados con nosotros, a quienes no hemos hecho ni caso
en toda la velada. Porque ahora lo importante no es pasarlo bien con los amigos
o disfrutar de una comida en familia, lo trascendental es enviar una foto que
demuestre a todos nuestros seguidores con quién hemos pasado la tarde o lo rico
que estaba el postre. Lo que de verdad importa es quedar bien y fardar de
nuestro plan, que puede no ser tan divertido como reflejamos en los foros.
Y es que, se está creando una dependencia inhumana del
teléfono móvil. Para lo que no nos falta tiempo, es para echar la culpa a la
sociedad de hoy en día que nos hace comprar sin descanso estas nuevas
tecnologías incluso sin necesitarlas. Hablamos de la sociedad como algo
abstracto, sin darnos cuenta de que todos y cada uno de nosotros pertenecemos a
ella. Lo realmente difícil es no dejarse llevar por la masa.
Dicho esto, voy a dejar de escribir, ya he perdido
suficiente tiempo y tengo muchos WhatsApps sin contestar.
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