martes, 3 de noviembre de 2015

¿Droga?

Tras años y años de evolución del ser humano, una nueva especie predomina entre nosotros. Seres que han desarrollado una prolongación del cuerpo, de una extremidad. Un órgano vital que si se extirpa podría suponer un grave estado de coma o incluso la muerte del individuo. Esa extraña parte del cuerpo, que tiene desconcertada a las personas de la tercera edad, pero que poco a poco sin poder evitarlo también van desarrollando. Ese órgano que recoge aún más información que el cerebro y poco a poco se va convirtiendo en su competencia. El protagonista de las comidas familiares, quien está presente en las quedadas con amigos que hace años que no vemos, con el que pasamos más tiempo que con un ser querido, pero más comúnmente conocido como teléfono móvil.

En la historia de la evolución, el ser humano iba desarrollando apéndices a medida que le eran útiles, para poco a poco ir dominando el mundo, lo que nos rodea. ¿Y para qué hemos desarrollado los dedos, las piernas, el cerebro y su funcionamiento? Al parecer, para que las manos se nos queden atrofiadas sujetando un aparato que acumula en su memoria información por nosotros. En vez de dominar nosotros el mundo, este pequeño artilugio nos domina a nosotros.

Lo más triste de todo esto, es que la realidad se disipa detrás de las pantallas. Lo que nos rodea va perdiendo importancia a medida que se van actualizando nuevas posibilidades en los teléfonos.  ¿Qué ha sido de los niños emocionados con la llegada del Olentzero para pedir la tienda de juguetes entera? Hoy en día les aburren los juegos tradicionales. Para qué van a correr detrás de un balón pudiendo marcar cientos de goles con tan solo mover un dedo sobre la pantalla. Seguro que así van a llegar a ser los mejores jugadores del mundo. Así que mejor tener una Tablet, con infinidad de juegos virtuales simplemente clicando sobre la pantalla. De esta manera, estos aparatos han ido destruyendo la infancia de los más pequeños.

Pero esto, no solo afecta a los niños. ¿Qué ha sido de las repetitivas anécdotas contadas por los abuelos en cada comida familiar? Poco a poco las charlas en las sobremesas se han ido perdiendo. Todos esos WhatsApps sin contestar probablemente sean más importantes que la historia que está contando nuestro aitite. Entonces las comidas familiares se convierten en mesas rodeadas de gente con la luz del móvil reflejada en sus caras. Las pocas voces que se oyen son de personas comentando una nueva aplicación, o las risas de los más jóvenes sacándose selfies.

Lo que no faltará será una publicación en Instagram, comentando la agradable comida familiar y corazones simbolizando lo mucho que queremos a los que estaban sentados con nosotros, a quienes no hemos hecho ni caso en toda la velada. Porque ahora lo importante no es pasarlo bien con los amigos o disfrutar de una comida en familia, lo trascendental es enviar una foto que demuestre a todos nuestros seguidores con quién hemos pasado la tarde o lo rico que estaba el postre. Lo que de verdad importa es quedar bien y fardar de nuestro plan, que puede no ser tan divertido como reflejamos en los foros.

Y es que, se está creando una dependencia inhumana del teléfono móvil. Para lo que no nos falta tiempo, es para echar la culpa a la sociedad de hoy en día que nos hace comprar sin descanso estas nuevas tecnologías incluso sin necesitarlas. Hablamos de la sociedad como algo abstracto, sin darnos cuenta de que todos y cada uno de nosotros pertenecemos a ella. Lo realmente difícil es no dejarse llevar por la masa.

Dicho esto, voy a dejar de escribir, ya he perdido suficiente tiempo y tengo muchos WhatsApps sin contestar.










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