domingo, 26 de octubre de 2014

El árbol de los deseos

El árbol de los deseos

En una pequeña aldea de un lejano país, vivía una bruja, Eguzki, conocida por tener en su jardín un árbol cuyo fruto eran unas manzanas que aquél que las tomara veía que se  hacían realidad sus sueños. Hasta allí iba gente de todo el mundo, pero no todo el que llegaba podía comer de aquella fruta ya que antes la bruja tenía que valorar si la persona merecía ese deseo o no.
Un día llegaron a oídos de un joven  que vivía en una aldea de un país muy lejano los poderes de aquella fruta. Éste, inmediatamente, se puso en camino seguro de que la bruja le iba a conceder su deseo. Caminó durante varios días, junto con su caballo. En el camino se encontró a gente que había hecho realidad su deseo, pero también se encontró gente a la que la bruja había rechazado. Finalmente, una mañana soleada, llegó al fin a dónde vivía la bruja y se encontró con una larga cola de gente que quería lo mismo que él. Se pasó el día esperando, hasta que finalmente, le llegó el turno de hablar con la bruja.
- Buenas tardes muchacho, ¿qué te trae por aquí? - le dijo Eguzki.
- Vengo desde muy lejos para que me concedas un deseo. – le respondió, seguro de sí mismo Diego, así se llamaba el joven.
- Como sabrás, no todo el mundo ve cumplido su deseo, por lo que primero me tendrás que contar un poco sobre ti y qué es eso que quieres que se cumpla. – le respondió Eguzki.
- Bien, me llamo Diego, vivo en una gran aldea y soy una persona que pasa desapercibida,  tengo pocos amigos y a poca gente le importo. Trabajo mucho y me gustaría que más gente reconociera lo que hago y me lo agradeciera. - Eguzki le atendía callada, sentada en su sillón- Por eso, quería pedirte, que la gente me admire, que al pasear por las calles me miren, que se den cuenta de mi valía y de lo mucho que puedo ofrecer…
Al cabo de un rato, Eguzki se levantó y le dijo con voz muy seria:
- Ese es un deseo muy peligroso, ya que al final puedes llegar a hartarte de ser el centro de atención y también puedes crear enemigos que te pueden hacer la vida muy difícil.- El joven le dijo que estaba dispuesto a soportar a sus enemigos y que no se cansaría nunca de que la gente quisiera relacionarse con él. Fuera el precio que fuera quería ser admirado
Finalmente Eguzki le concedió el deseo y el joven se volvió comiendo la fruta del árbol a su país. Al llegar allí notó que a su entrada, todo el mundo se paraba para verle o saludarle y un par de personas le pararon para darle conversación, y eso al principio le gustó mucho, pero, a medida que pasaba el tiempo, los meses, la situación se hacía insoportable. Tenía tantos admiradores como enemigos, la envidia le perseguía y los que creía que eran sus amigos se movían por interés. Se sentía más solo que nunca. Decidió volver, entonces, donde Eguzki.
- Eguzki, ha ocurrido lo que tú me dijiste, estoy harto de tanta popularidad y de que media aldea me critique, ¿hay algún modo de hacerme volver a la vida del principio?
- Ya te lo advertí y no hiciste caso. La única manera de invertir el deseo, es un antídoto que nunca se lo he concedido a nadie, y si quieres usarlo, deberás ganártelo.- dijo Eguzki.
- Estoy dispuesto a lo que sea, dime lo que debo hacer y lo haré.
- Ya sabía que se iba volver en tu contra pero ha estado bien, pues has aprendido una buena lección. .Bien, pues para ello deberás conseguir una planta que solo crece en el bosque oscuro, una vez la consigas, tráemela, y yo te prepararé el antídoto.
Diego comprendió su viaje hacia el bosque. Pasaban los días y no encontraba la planta, hasta que en el noveno día, cuando ya pensaba retirarse, justo debajo de una roca, vio asomar la bonita flor de la planta. La cogió y salió corriendo a la cabaña de la bruja. Esta le preparó el antídoto, se lo bebió y al llegar a su aldea, todo estaba como al principio, nadie advirtió de su llegada y nadie le molestó  en su camino a casa.
Comprendió que no por ser más popular era más querido y que es suficiente tener buenos y pocos amigos que valoren lo que uno hace para sentirse bien, respetado y seguro de sí mismo.

FIN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario