Actuación luminosa pero poco espectacular de los
cantantes Bruno Mars y Anthony Quiedis en la Super Bowl de este año.
Nerviosismo.
Impaciencia. Es lo que se vivió ayer en el Metlife Stadium al comenzar el
descanso. Más de 100.000 personas preparaban sus cámaras y teléfonos móviles
para inmortalizar la pretendida sorpresa que se avecinaba. Tras varios segundos
de intriga, se oscureció el estadio. Encendieron varios focos y mediante paneles
luminosos, el colorido se expandió por todo el coliseo. Y finalmente, lo que
muchos fans esperaban con interés, empezó.
Una
presentación infantil para tocar la fibra emocional del corazón sirvió para
recordarnos el calor que hacía esa noche en Nueva Jersey, El vestuario que
llevaba el coro introductorio nos mostraba la bandera estadounidense.
Claro que,
algo que nunca falla aparte de los colores americanos en una Super Bowl, es el
Playback. Tras un largo solo de batería, llegó el esperado Bruno Mars
acompañado de una banda de excelentes músicos, con una puesta en escena retro,
de hace más de cuarenta años.
Cantó varias
melodías con poca cohesión entre ellas, que nos hacían recordar que
trabajábamos el día siguiente. Y bailó al estilo de Michael Jackson. Eso sí, lo
que calentó al estadio y a las adolescentes fue la aparición de los Res Hot
Cilly Pepper. Gracias a ellos olvidamos los agudos chillidos de Bruno Mars.
Nos
enteramos también dónde iba destinado la parte del dinero que no se gastó en
este evento, gracias a los mensajes de los empáticos militares que amenizaron
este intervalo. Recordaron al mundo sus acciones y lo agradables que son los
soldados defensores de las barras y estrellas
.
Finalmente
el descanso terminó con una canción de Bruno Mars que arregló su actuación
anterior. Un castillo de fuegos artificiales iluminó de forma espectacular las
noche y puso un brillante punto final al intermedio de un encuentro que
depararía mayores sobresaltos si cabe en la entretenida segunda mitad.
Julen Ortiz
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