miércoles, 18 de noviembre de 2015

REDACCIÓN CALASANZ HOY

Me llamo Ane, nací el 28 de Julio de 1983, en Bilbao.  Mi familia era una familia bastante importante en Bilbao, mi abuelo tenía mucho dinero y mi madre se llevó toda la herencia ya que era hija única. Siempre he estudiado en colegios privados, cuando era pequeña estuve en el Colegio Francés y luego al pasar a 1·ESO me cambiaron al Colegio Inglés para que mi inglés fuese perfecto. Todos los veranos me iba un mes a una familia de EEUU y luego hacíamos viajes muy costos a, normalmente, islas desconocidas.

Cuando me gradué mi padre insistió en llevarme a la universidad Oxford, en el Reino Unido; me aceptaron, y estuve viviendo en Londres durante los 6 años que estuve estudiando medicina. Viajaba mucho por el mundo, sobre todo me gustaba ir a países como la India o América del Sur porque siempre acogían muy bien a los turistas  y tenían unas tradiciones distintas. Entonces fue cuando vi la diferencia que había entre Londres, donde, prácticamente, todo el mundo tenía una buena vida; y lugares como Bolivia, Chile etc. donde había una pobreza enorme y era una minoría la afortunada de poder obtener una educación.


Tras acabar mi carrera decidí mudarme a Brasil, donde había una diferencia enorme entre los adinerados y los pobres. Estuve viviendo en un barrio a las afueras de Brasil, y nos juntamos 5 personas de sitios totalmente distintos del mundo y abrimos una pequeña escuela para dar clase a los niños que estaban en las calles, y un pequeño hospital para curar la mínima enfermedad como puede ser una gripe, o un dolor de cabeza. Poco a poco fuimos ampliando la escuela y el hospital y al cabo de 2 años al colegia asistían más de 100 alumnos de 5 a 15 años y conseguimos ampliar una poco más el hospital. Hoy en día, 5 años más tarde, la escuela está en constante funcionamiento y el hospital tiene más de 20 pacientes diarios. 
Hecho la vista atrás y veo que todo el esfuerzo que hice abriendo la pequeña escuela, que empezaron siendo clases en la calle, ha servido para mucho, y que si todos pusiéramos un poco de nuestra parte, habría menos niños analfabetos de los que habitualmente hay.

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